Vacaciones de mi vida

De tanto en tanto me tomo vacaciones de mi vida. No es algo estipulado de antemano ni  muy a menudo, es algo que surge sin más. Normalmente es a primera hora de la mañana cuando noto esa sensación envolvente que me dice “hoy tomate vacaciones de tu vida” y lo hago. Entonces enebro mis distintas obligaciones desde otro prisma, sigo cumpliendo mis horarios, llegando puntualmente a todos mis destinos cotidianos pero mi mente se evade, mi  cuerpo permanece pero mi alma vuela libre. Por un día no hay problemas ni obligaciones ni malos momentos ni preocupaciones, por un día nada tiene importancia “hasta la mañana siguiente”. Le digo a mis cavilaciones “vuelva usted mañana” siguiendo feliz y risueña sin fin.

Estos días me permito ser feliz desde el amanecer al anochecer, estos días son como paréntesis, como un kit kat de aire fresco donde nada más que cosas agradables tienen cabida. De repente mi disciplina se suaviza, mis metas y objetivos son de prioridad B y miro la vida como si fuera un turista. Voy a trabajar por un camino distinto, me admiro de las cosas que me voy topando por casualidad en ese nuevo recorrido, me enamoro de cada nuevo rincón que descubro, entro en librerías para perderme entre los clásicos en lugar de las recomendadas novedades, tomo un té en una terraza con vistas al mar imaginario de mi mente,  viajo con la imaginación a confines nunca explorados, llamo a un amigo/a  por el simple hecho de oír su voz y sentirme reconfortada con una conversación amena, me sorprendo por tener inconscientemente una sonrisa permanente en mi rostro.

Al anochecer apago mi día con el alma llena a rebosar de felicidad, con la sensación de que los buenos momentos salen a borbotones de mis recientes recuerdos del día que se termina.

De tanto en tanto me tomo el lujazo de hacer vacaciones por un día de mi vida y eso me ayuda a valorar más todo lo que tengo porque solo desde la distancia física o mental del presente, solo con la sana distancia del aquí y el ahora soy capaz de darme cuenta que todo en mi vida  es mucho mejor de lo que me a veces pienso. Entonces soy capaz de agradecer las obligaciones que me atan a una rutina que a veces se me hace difícil de sobrellevar por ser tan terriblemente previsible, pero a grandes males grandes remedíos y mientras pueda coger mi barco imaginario e irme a surcar los mares del sur con la luna llena en el horizonte o el sol ardiente a lo lejos, todo, absolutamente todo, tiene solución.