Páginas

11 de febrero de 2011

Botiquín para el alma


Tengo un botiquín para mi alma al alcance de mi mano para poder tirar de él en cuanto lo precise.  Es blanco, lleno de luz  y en su interior guardo los remedios que la vida me ha ido enseñado con prisa y sin pausa.  Ahí tengo remedios caseros para cuando el alma se agrieta en forma  de  chocolate caliente cuando asoma la tristeza un día frío de invierno,  o en forma de baño de sol sentada en un banco tranquilo viendo la vida pasar cuando asoma la nostalgia, espacios en blanco para mi mente cuando aparece el agobio, nadar hasta quedar exhausta cuando asoma la rabia…
Pero a veces el alma no sólo se agrieta, a veces se rompe, se cae a pedazos grandes y pequeños, se desparrama por el suelo sin previo aviso y justo en ese momento que uno la ve caer es cuando se debe actuar de inmediato, como si de una urgencia médica se tratara, aplicar vendajes, mantener el pulso constante, cortar la hemorragia hasta recuperar las constantes vitales. En esos casos extremos cada cual debe tener sur remedios preparaditos, aquellos que realmente le sirven a uno mismo de acorde a su manera de ser, los hay que prefieren el silencio, los hay  que prefieren no dejar de hablar, de comunicarse…En mi caso vuelvo a al equilibrio vital a base de disciplina, de rutina, de metas, de objetivos, de iniciar proyectos nuevos, de repasar el camino hecho y diseñar la ruta a seguir, a base perseverancia, de motivación, constancia, dosis de alegría, sonrisas de niños, saberme acompañada en el proceso y poco a poco los ungüentos hacen efecto, poco a poco  se recomponen los pedacitos caídos y cicatrizan,  poco a poco se reequilibra el sistema, se vuelve a ver el camino a seguir, el rumbo a tomar.
Todo forma parte de un proceso de aceptación al cambio, a la incertidumbre, al misterio de un futuro impalpable y entonces cuando uno toca fondo, cuando sólo cabe subir, me apodero de una de mis tiritas en forma de ánimos a través de una frase motivadora o de una cápsula de mi propia sonrisa o de una aspirina en forma de respiración  profunda o una píldora mágica en forma de meditación consciente y así escuchando mi ser, oyendo mi alma, sintiendo ese dolor o sufrimiento y mirándolo de frente avanzo firme y fuerte hacia el horizonte sola a veces o con la ayuda de ángeles que tutelan mi vida en otras ocasiones  pero de una forma u otra siempre se acaba avanzando hacia el interior de uno mismo que es donde realmente se encuentra la solución a cualquier remedio para la propia alma.

3 comentarios:

A-B-C dijo...

Qué claridad en la metáfora, se nota que tienes muy presente a tu alma y no olvidada.

Buen fin de semana

Layna dijo...

¿El alma? el alma es la esencia más pura de uno mismo. Feliz fin de semana para ti también!

Jlin dijo...

Y como tal es algo único, todas son distintas, sólo cada uno puede cuidarse de su propia alma y parece que tu lo haces genial.... genial :-)