A veces se tiene la sensación de vivir galopando encima de un caballo
desbocado. Por mucho que se tire de la riendas el caballo no responde, al contrario,
sigue acelerando y pasando del trote al galope . Hace unos 10 años, monté a
caballo por primera vez. Recuerdo la sensación idílica de pasear a caballo a
orillas del mar con un grupo de amigos. Era una tarde soleada de principios de otoño,
la arena estaba desierta, el sonido rítmico del mar acompasaba el trote de los
caballos. Las huellas de las herrraduras formaban una profunda fila india que permanecía
casi intacta, a pesar de los intentos persistentes de las olas de destruirla.
En momentos así, uno tiene tiempo de deleitarse, de fundirse con el paisaje, de
mirar al horizonte y sentirse en paz con uno mismo por el mero hecho de poder
respirar tranquilo.
La vuelta a la hípica transcurría por el margen de una carretera comarcal. Los
caballos estaban acostumbrados a seguirse unos a otros. No había demasiados
coches y tal vez por ese motivo él que apareció de repente llevaba una velocidad
excesiva. Mi caballo se asustó, se desbocó y empezó a galopar hacía su enemigo imaginario. Mi respiración
se aceleró, mi corazón se acompasó a la velocidad del caballo, sentí miedo,
pánico. Tiraba de la riendas con fuerza lo cual aceleraba aun más al caballo.
Lo único que podía hacer era acostumbrarme al galope, hacerme una con él ,
cogerme fuerte a su cuello para no caer y desear que el coche tuviera tiempo de
esquivarnos. El caballo se fue tranquilizando gracias a las indicaciones del
señor de la hípica que seguí al pie de la letra y nada grave ocurrió.
A veces a uno le toca lidiar con esa caballo desbocado llamado vida. Montados
encima de él perdemos el control de la situación, no conseguimos tirar de la
riendas, la velocidad es demasiado rápida, no hay tiempo de procesar los
acontecimientos. Vivimos en una constante montaña rusa de sentimientos, donde
se encadena la euforia con lo terrible en el tiempo record de un día. No hay
nadie que nos explique cómo tirar de las riendas, cómo frenar los
acontecimientos que se están desencadenando, cómo actuar en ese momento crucial
que vemos venir como una gran ola que nos mojará hasta dejarnos empapados. Tal vez lo bueno y recomendable sea “verlas
venir”, ser capaz de ver como se desboca el caballo, como se acerca una ola
inmensa y mantener el temple frío, tener la respuesta preparada, saber que decir ,
que hacer en esa situación ,a priori crucial, que se avecina. Imaginarla previamente,
visualizarla, engañar al cerebro y hacerle creer que eso ya lo ha vivido con
anterioridad para así poder salirnos airosos de casi todo.
Me gustaría ser capaz de poder tirar firmemente de las riendas de mi
vida antes de que se desbocara y así conseguir evitar esa sensación de desear “no
pensar” cuando uno sabe que “dejar de pensar” no es la solución a nada aunque a
veces marcarse sanos intermedios marca la solución esperada.
7 comentarios:
Yo también quisiera tener esa serenidad, sangre fría, instinto, para saber controlar acontecimientos desbocados...porque cuando surgen uno no peuede imaginar como va a reaccionar...de todos modos esa sensación que describes tuvo que ser muy emocionante...una montaña rusa, de carne y hueso!!
Gran entrada, Layna, muy buena esta asociación de ideas. Yo también hice, hace años, una maravillosa excursión a caballo por un impresionante paisaje americano. Ójala fuera el paseo por la vida tan relajante y gratificante como esta excursión de la que tanto disfruté. Mucho me transmite, y muy bueno, la primera imagen de tu entrada, me encanta. Un beso.
He estado buscando en internet un cuento que me mandaron una vez por Mail. no sólo tiene que ver con los caballos, también con la vida, y tal vez, no se trata de pensar o no pensar, sólo de asumir, y fluir con lo que sucede,como hiciste con el caballo al galope en la carretera,"hacerte una con él".No sabes si esa situación de descontrol es lo que llevará a lo que siempre has deseado, o algo mejor que lo que tienes ahora.
http://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/1655776/Cuento-sufi_-Buena-suerte-o-mala-suerte_.html
Muy buena la metáfora. Comparto plenamente lo de los intermedios. Algún día aprenderé a montar. De momento me limito a dar zanahorias a los caballos paisanos, a acariciarles y hablarles. Es un gustirrinín.
Besos
Excelente asociación de situaciones la que nos cuentas. Sin duda en los tiempos que corren, hay que tener mucha cabeza y serenidad. Para tratar de controlar las riendas nuestra existencia. Más aún si tenemos en cuenta que a diferencia del caballo. De esta vida con la que nos esta tocando bregar. No podemos esperar un sentimiento de nobleza o de cariño. Tras ser domado el caballo se deja montar y disfruta de la compañía y los mimos de su propietario. Nuestra vida en cambio no es más que un casero con mala leche, que nunca esta satisfecho por muy formales y puntuales que seamos en el pago. Un beso.
Mi animal favorito, el caballo tan bello y elegante...y peligroso cuando se desboca, tanto como cuando un@ no se siente capaz de tomar las riendas de su vida, o no tiene fuerzas para tirar de ellas.
Hacer pequeñas pausas puede ayudar a coger fuerzas para intentar amarrar bien lo que se nos escapa de las manos, difícil en ocasiones pero nunca imposible.
Intentaremos ir al paso con nuestro caballo.
Besitos
Tirador. Llegará el día que esa serenidad saldrá como si nada de nuestro interior, ya verás como será así!!! tiempo al tiempo
Clementine.Me alegra que leerme te haya hecho recordar un momento agradable de tu vida!! Ir a caballo tranquilamente es muy relajante y seguro que con un paisaje americano de fondo aún más. Besos
Cris Ham. Pero que detalle tan bonito que me hayas enlazado aquí ese cuento!! es genial!! gracias. Cierto. Casi nunca podemos saber si lo que está ocurriendo es para bien o para mal, tan solo debemos dejarnos fluir sin miedo...pero eso cuesta tanto!!! besos
A-B-C. Como te echo de menos por estos mundos de la blogosfera!!! me alegra saber que sigues dando zanahorias a esos caballos mansos en tu vida de campo tan envidiable!! Los intermedios son geniales, hay que aprovecharlos cuando pasan o buscarlos cuando escasean. Besos
Juan Andrés. Pues tendremos que invitar a té o café a ese casero llamado vida para ver si así, le arrancamos una sonrisa, un momento amable y nos mima en lugar de exigir tanto ¿qué te parece?
Sory. Pues sí, intentemos ir al paso con nuestro caballo sabiendo que no siempre será así. De esta manera cuando acelere sin nuestro consentimiento, no nos cogerá desprevenidos. Besos
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