La niebla danza a sus anchas por estas tierras hace varios días. Su presencia llena el ambiente de un frío húmedo que se cala hasta los huesos. Neutraliza al astro rey y todo se vuelve triste. Se cuela por todas partes, se engancha al cuerpo y al alma. La niebla va de la mano con la depresión, el desánimo y la tristeza. Cuesta levantarse por la mañana, mirar a lo lejos y no ver nada más que un manto espeso. Todo requiere un esfuerzo extra los días con niebla. Cuesta andar, cuesta hacer cosas fuera de casa y cuesta no ponerse nostálgico.
Vivo en el país de la niebla desde pequeña salvo unos años que viví en el país del viento. Cierto es que las personas somos distintas según en el lugar donde hemos nacido o vivimos, es algo cultural a la par que climatológico. En un lugar donde siempre hace sol uno es más optimista, comparte más, es más sociable y vive más fuera de casa que dentro. En una ciudad donde impera la niebla uno permanece más en casa y se aísla un poco del mundo porque el “hace demasiado frío” parece que ser la excusa perfecta para no hacer nada distinto ni especial.
El otro día, cansada de no ver el sol, hice una excursión para visitar al astro rey. No vive lejos de aquí. A escasos 30 km disfrutan de sus beneficios, de su calor y su fuerza sin fin. Una se da cuenta que se echa de menos las cosas simples. A veces dejamos de agradecer lo que tenemos porque lo encontramos normal, está dentro de lo cotidiano. A veces tener sol a diario no nos permite sentir la necesidad de disfrutarlo, gozarlo, sentirlo porque siempre está ahí, es algo permanente, obvio. Solo cuando se echa de menos lo valoramos, agradecemos y deseamos tenerlo de nuevo.
El otro día, cansada de no ver el sol, hice una excursión para visitar al astro rey. No vive lejos de aquí. A escasos 30 km disfrutan de sus beneficios, de su calor y su fuerza sin fin. Una se da cuenta que se echa de menos las cosas simples. A veces dejamos de agradecer lo que tenemos porque lo encontramos normal, está dentro de lo cotidiano. A veces tener sol a diario no nos permite sentir la necesidad de disfrutarlo, gozarlo, sentirlo porque siempre está ahí, es algo permanente, obvio. Solo cuando se echa de menos lo valoramos, agradecemos y deseamos tenerlo de nuevo.
Con las personas ocurre lo mismo. A veces es bueno que un poco de niebla se instale a nuestro alrededor y así podemos echar de menos el calor de alguien a quien amamos, notar su ausencia, palpar que tenerlo siempre no es una seguridad ni una constante ni es algo obvio ni cotidiano sin más. Echar de menos a alguien y poder volver a tenerlo cerca, es reconfortante al igual que ver de nuevo el sol después de días de espesa niebla.
11 comentarios:
Preciosa entrada, Layna, lírica y bien traída...a mi la niebla me gusta, tiene ese aire romántico, de novela de Conan Doyle o leyendas artúricas...lo mismo es porque vivo en el país del sol, aunque de vez en cuando nos castiga un viento inmisericorde...
Un beso, amiga!!
A los que sufrimos el reiterado martilleo de los rayos del sol, nos parece realmente fascinante el poder misterioso de la niebla o el silencio inmaculado de la nieve.
Bonita entrada, lo difícil es no dejar que la niebla te llegue al alma
Qué linda entrada Layna!
A mí también me ponen tristes los días sin sol...
Un beso
Maribe
Yo también necesito el sol, que me anima un montón además, pero me encanta el paisaje que nos regala la niebla, y no me inquieta en absoluto...
Vivo en otro reino de la niebla desde que nací,entiendo cada una de las sensaciones que describes y como tú salgo a buscar el sol...cuando noto que mi alma se apaga.....
Un post precioso.
Besitos
¡Cuánto influye la climatología en el ánimo! ¿verdad? reconozco que me gustan los días grises y con niebla pero no vivo en uno que está continuamente así, supongo que de ser el caso me desesperaría.
Precisamente hace poco visité un blog de fotografía con fotos hermosas con ese motivo: la niebla. Sincronicidades climatológicas en distintos lugares.
Besos,
Tirador. ¡¡Sin lugar a dudas es porque vives en el país del sol!! No eres el primero que me comenta que la niebla es romántica…y yo que no le veo para nada ese punto romántico….bueno, tal vez "un día" la pueda encontrar medio romántica pero 16 como esta última vez te aseguro que no. Un beso
Pepe. Me apunto lo de “reiterado martilleo de los rayos del sol”!!!! Como se nota que vives en el sur donde impera el rey sol…¿la niebla misteriosa? Eso debe ser en Londres jejeje. Comparto lo del silencio immaculado de la nieve en la montaña lejos del mundanal ruido. Un abrazo
Blg A. ¡¡Como lo sabes!!! Eso es lo difícil, que no llegue al alma. Besos
María Beatriz. Espero que donde tú vives haya sol abundante. Un beso
Clementine. La niebla no inquieta, más bien entristece verla siempre como telón de fondo del día a día. Más de 10 días seguidos sin sol son un suplicio.Un beso
Sory. Pues me alegro de que me entiendas tan bien!!! Yo soy de las que cree que las cosas imaginadas no son como las vividas…Buen remedio salir a buscar el sol ante de apagarnos. Un beso
A-B-C. Las fotos con niebla dan mucho juego es cierto. ¿Te gustan los días grises? Bueno, si los puedes ver desde detrás de la ventana son hasta preciosos pero en el día a día cansan mucho.Un beso
Yo de niebla no, pero de lluvia y frío si que me declaro enamorado irreductible. Pero dándote la razón, puede que sea porque vivo más días en el país del sol que en el de mis admirad@s lluvia y frio. Quizá si fuera viceversa habría que verme.
Respecto a las ausencias pocas son dulces si se crecen,al margen de los actores/actrices con que argamases tu niebla particular en la espera, y menos los ánimos que no se recortan cuando no se conoce el final de las mismas. Hablo con la primera persona en esto.
Maeglin. Pero mira que eres romántico… ya te imagino andando (con paraguas) debajo de la lluvia rodeando con el brazo los hombros de tu amada.
Las ausencias, dulces o no, son necesarias. De todos modos, uno llega a esa conclusión una vez ha dejado se sentir la ausencia. Todo resulta más sencillo a toro pasado. Me ha encantado volver a verte por aquí Besos
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