Una serie de documentales de la BBC, El poder de las pesadillas, refleja la importancia del miedo como arma de manipulación: “En el pasado los políticos prometían un mundo mejor. Tenían distintas formas de lograrlo. Pero su poder y autoridad surgía de la visión optimista que ofrecían a su pueblo. Esos sueños fracasaron y, hoy, la gente ha perdido la fe en las ideologías. Cada vez con más frecuencia, los políticos son vistos simplemente como administradores de la vida pública… Pero ahora han descubierto un nuevo papel que restaura su poder y autoridad. En vez de repartir sueños, ahora los políticos prometen protegernos de las pesadillas. Dicen que nos rescatarán de peligros terribles que no podemos ver y que no comprendemos.“ Años después de estas palabras, tengo la sensación de que los políticos han encontrado un escenario perfecto para alimentar el miedo de la gran masa gracias a la actual crisis económica. Entra en escena las reformas económicas y sociales profundas sin ser casi discutidas por la mayoría de los ciudadanos. Ellos, los que dirigen, los que mandan a uno u otro nivel, hacen circular y fomentan el miedo, y nosotros, los ciudadanos permitimos más recortes en nuestra libertad al sentirnos indefensos.
El miedo es una emoción básica del ser humano. Jugar con las amenazas, los peligros y el desasosiego es una eficaz arma de control y una excusa perfecta para introducir cambios estructurales que de otra forma rechazaríamos. En el fondo, en la actualidad, la estrategia general, tanto en las empresas como en la política, es la misma que se ha utilizado a lo largo de la historia. El eco de la crisis amplifica temores viscerales que todos tenemos como el miedo a no poder sobrevivir económicamente, a no poder sustentar nuestra vida y la de nuestra familia. El resultado final de todas estas estrategias de manipulación es devastador, el miedo y sus efectos colaterales se han infiltrado en el centro del sistema social y en la mente de cada individuo. Se ha introducido la certeza de que no podemos hacer nada contra lo que nos viene encima. Se ha generado desconfianza en los otros, se ha fomentado el individualismo, aparecen personas aisladas que compiten por recursos que creen escasos al puro estilo “sálvese quien pueda”. Tendemos a la división, nos fijamos más en lo que nos diferencia e ignoramos lo que nos une.
El clima de amenaza constante ha resultado un instrumento eficaz para aquellos que construyen sociedades basadas en el egoísmo y la desigualdad. Analizar esta estrategia y entender sus armas es el primer paso para recuperar una forma de pensar y actuar basada en el sosiego. El primer paso es descubrir por qué pretenden manipularnos, que beneficios consiguen traficando con nuestro miedo, desacreditarlos con argumentos, remarcar los límites en voz alta, mirar a los ojos el miedo, mantenernos firmes y reírnos de él hasta aniquilarlo de nuestra mente, convertirlo en polvo de estrellas y dejarlo volar lejos de nosotros. Entonces y solo entonces, cuando conseguimos mirar la situación con calma, volvemos a la empatía, a la solidaridad, a la unión hace la fuerza. Sin temor, es más fácil buscar respuestas colectivas en los momentos de dificultad. Como decía Galeano “condenemos a muerte el miedo”, así y solo así podremos construir una salida alternativa y dejar de esperar que nos salven.
“La única cosa de la que debemos tener miedo es del miedo”
Franklin D. Roosevelt
Fuente:
“El temor en los tiempos de crisis”. Suplemento ES. La Vanguardia 28/01/12