Desde que era una niña que me encantan los mapas. Imaginar la vida de las personas que vivían en lugares remotos era mi mayor afición. En la adolescencia plantifiqué un enorme mapamundi en una pared de mi habitación y marcaba con alfileres de colores lo sitios que algún día soñaba con visitar. Hoy en día con Google todo es más sencillo pero sigo teniendo un mapamundi colgado en una pared por donde paseo mis dedos de tanto en tanto imaginando vidas lejanas y cercanas.
Los mapas me sitúan, me ubican, me centran, me ayudan a marcar distancias, a estableces límites. Hay días que cuando de buena mañana leo el periódico me pregunto ¿Dónde estamos? porque el orden mundial ha variado tanto en tan poco tiempo que me descoloco. Si tuviera un atlas abierto por la hoja de Europa y el norte de África, la pregunta sería exactamente esa ¿Dónde estamos? Arriba la reorganización de Europa alrededor de la fortaleza industrial alemana y la empresa pública francesa. Abajo el incendio de la media luna. Confusión. El exceso de información nos obliga a saltar aceleradamente de noticia en noticia. Aún no hemos acabado de digerir la primera ya estamos oyendo, leyendo o viendo la tercera saltándonos entremedio la segunda.
Llega un momento que ni el mejor mapamundi me ayuda a ubicarme, llega un momento que ya no sé donde termina un país y empieza otro, llega un momento que el orden mundial se mezcla tanto que empieza a jugar a la ruleta rusa y una se levanta por la mañana preguntándose ¿Dónde estamos hoy? ¿En el mismo sitio que ayer o tal vez durante la noche ha cambiado el mundo su ubicación tal y como yo lo tengo en mi mente? Añoro la seguridad de un mapamundi de hace 20 años cuando todo seguía igual hasta que volvían a editar otro mapamundi más actualizado. Ahora con Internet al minuto puedo ver la ciudad, las calles, hasta las caras de la gente de ese alfiler que puse un día en ese país. La magia se pierde, la curiosidad se sacia al instante. Cada día es más difícil tener nuevas ilusiones cuando el espacio dejado para la imaginación es cada vez menor. Con Google ya no imagino países, fronteras o vidas, las veo a golpe de ratón. ¿Mejor o peor? Simplemente distinto.
7 comentarios:
Je, je, je. Me ha gustado tu post Sybila Layna, porque es cierto lo que comentas, además yo soy topógrafo (supuestamente nosotros hacemos los planos y los mapas, lo que siempre se ha conocido como Cartografía). jalá no se pierda el concepto de mapa en soporte físico (lleva mucho curro) y además son preciosos. Internet es una gran herramienta, pero oculta los trabajos más artesanales por la inmediatez que comentas. Un beso.
Hace poco leí a un periodista defendiendo que el fútbol se había acabado para él desde que retransmiten los partidos por televisión. Que pará él lo fascinante era imaginarse a aquellos once guerreros de su equipo, vestidos de blanco, luchando contra once tipos de una ciudad o un país desconocido, y recibir al día siguiente las crónicas narrando lo que había sucedido en aquel lugar y a aquella hora en la que él soñaba en su habitación.
Me ha gustado eso que escribes, Layna, porque a mí también de pequeño me encantaban los mapas, y los globos terráqueos, y la verdad me siguen gustando, esos colores, los mapas antiguos, algunos tan misteriosos que guardan y ponen patas arribas todo lo que creemos que sabemos...
Por cierto Petrarca, en mi blog escribí hace años sobre eso del fútbol que comentas, dejo el enlace, si nuestra anfitriona no tiene inconveniente...
http://elblogdeltiradorsolitario.blogspot.com/2007/05/el-ftbol-que-no-hemos-visto.html
Savoy.¡Topografo! ¡Que interesante! Ciertamente es un trabajo de artesanía que nunca podrá sustituir Internet por muy inmediato que sea.
Petrarca. Cuanta razón tienes! a veces la imaginación puede más que cualquier imagen
El Tirador Solitraio. ¿Cómo me va saber mal que dejes un enlace de tu blog? al contrario. Para mí es un honor que me llames anfitriona :-) y me comentes. ¡Que bien que compartamos esa afición por los mapas!
Está claro que Internet supone un avance en este sentido, pero yo también echo mucho de menos los mapas físicos o el buscar un sitio concreto en el Atlas. Si hasta tengo aún el globo terráqueo que me regalaron de pequeña, con su luz y todo...
Me encantan los mapas y mucho el relato de tus vivencias. Prefiero los mapas de papel el de google es mi tomtom cuando voy en coche a sitios desconocidos.
¿Sabes que los tiburones tienen mapas en sus cabezas de los océanos? Eso me impresiona
Clementine. Yo tambien tengo ese globo!!!! ay que cosas...Sí, lo físico forma parte de la vida. Los Altas siguen existiendo gracias a Dios pero se dejan de usar, solo es eso, las cosas con el tiempo se dejan de usar pero seguro que en este caso los mapas no van a desaparecer!!
A-B-C. ¿Cómo puede ser que los tiburones tengan mapas de los océanos en su cabeza? ¿pero es algo genético o es algo que registran por donde han pasado? ¡ay que curiosidad! ¡lo miro en google!! que ironía hablo mal de los mapas de google pero recurro a él como la gran biblioteca que es :-)
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