En cualquier travesía del desierto que
nos veamos inmersos, nos encontramos de frente con tres sensaciones
como compañeros de viaje: tristeza, dolor y soledad.
La tristeza agota físicamente pero si
no conociéramos la tristeza, tampoco sabríamos valorar la alegría
o lo que acabamos de perder. Es sano y evolutivo estar triste
puntualmente. La tristeza es incómoda pero acaba pasando. El dolor,
duele pero se puede modular. La soledad no deseada escuece pero se
puede neutralizar.
Tu capacidad innata de supervivencia te
ayudará a despedirte poco a poco de la tristeza, el dolor y la
soledad en algún punto del camino. Pero recuerda, nadie lo recorre
por ti, pero, al menos, sentirse acompañado y conocer cuál es el
proceso hace la travesía menos asfixiante.
“La vida es como visitar
el dentista. Siempre crees que lo peor está por llegar,
cuando en realidad ya ha
pasado”
Otto von Bismarch
Fuente: Héroes
cotidianos. Pilar Jericó. Editorial Planeta